lunes, 16 de febrero de 2009

Corales:los constructires del mar


Los Celentéreos o Cnidarios (nombre científico que recibe este amplio grupo de animales invertebrados) incluyen también una serie de animales con aspecto de plantas, hasta que se les denomina animales-planta. Algunos son de mayor tamaño que otros y en general tienen unos colores muy vistosos. Otros en cambio son más pequeños y poco vistosos, pero con una capacidad de construcción notable, formando colonias con un esqueleto externo común y en algunas destas construcciones con mucho colorido. Estos son los corales. Su diferencia con las medusas por su ciclo vital, ya que nunca pasan por la fase de los pólipos, de vida solitaria u otros coloniales. El cuerpo de los corales es una especie de saco más o menos alargado, su interior se encuentra en un variable número de cámaras por medio de tabiques. En el extremo superior se encuentra la boca, rodeada de varios tentáculos. Su alimentación consta de materia orgánica que flota en el agua y también se alimentan de los microorganismos del plancton, que capturan con sus tentáculos, encargados ya de esta tarea. La vida colonial tiene diversos trabajos para unos cuantos miembros de esta colonia especializados en estas pareas siguientes: unos llevan a cabo la reproducción, otros capturan el alimento y después la distribuyen a toda la colonia y otros más, cargados de células urticantes, se dedican a defender la colonia. Dentro de este grupo de pequeños animales marinos cabe destacar los que forman el orden de los Madreporarios, llamados también madréporas o corales pétreos. Sus pólipos son en su gran mayoría coloniales y forman un esqueleto calcáreo común para toda la colonia. Este esqueleto, de millones de individuos de miles de generaciones sucesivas, es lo que llega a formar impresionantes arrecifes, como la Gran Bretaña coralina que se extiende a lo largo de miles de kilómetros frente a las costas orientales de Australia. La pared del cuerpo del pólipo produce por su parte basal una lámina donde se va incorporando cal hasta ir formando la estructura caliza que constituirá el esqueleto externo de la colonia, común para todos los individuos, pues en su interior forma conductos que les mantienen en contacto. A medida que el pólipo va formando ese esqueleto, sus tejidos vivos lo recubren, creciendo por encima, de modo que el individuo vivo queda siempre en la parte superior mientras se va generando la masa caliza que, con el tiempo, constituirá un arrecife.
Reproducción y presencia en los mares Los corales se pueden reproducir tanto por vía sexual como asexual, pero esta última es la frecuente. Este tipo de multiplicación suele tener lugar por medio de un proceso de generación, es decir, de reproducción de unas pequeñas yemas en la pared del cuerpo del pólipo y que más tarde se desprende. Así va formándose y creciendo la colonia. También pueden dividirse por simple escisión, partiéndose en dos trozos, cada uno de los cuales da lugar a un nuevo individuo. En el caso de la reproducción sexual, la fecundación de los óvulos tiene lugar en el interior de la cavidad central del pólipo (cavidad gástrica) y el resultado son pequeñas larvas aplanadas, que salen por la boca y quedan flotando en el agua hasta encontrar un sustrato apropiado al que fijarse. Una vez asentadas, inician su desarrollo, para dar lugar a un nuevo pólipo, que será a su vez el inicio de una nueva colonia cuando se multiplique por vía asexual. Aunque existen especies de corales en casi todos los mares, los formadores de arrecifes sólo se dan en determinados lugares del planeta que reúnen condiciones especiales para el desarrollo de estos animales. Para crecer necesitan una temperatura del agua que oscile entre los 20 y los 30 ºC, deteniéndose su desarrollo, o incluso muriendo, por debajo de 18ºC. Además el agua tiene que estar bien oxigenada, ser limpia, presentar una salinidad más bien elevada y estar bien iluminada. Estas son las condiciones que se dan en el este de Australia y en el centro del Pacífico, donde se encuentran los mejores arrecifes coralinos del mundo. Los corales se desarrollan a profundidades escasas, siempre por encima de 50m y hasta cerca de la superficie. Su lenta labor constructora hace que la enorme masa de material calcáreo vaya descendiendo por su propio peso, mientras que los pólipos crecen por la parte superior. La sabe del arrecife o del atolón, pues, está formada por los restos vacíos del esqueleto calizo, que poco a poco va desprendiendo y nuevos corales crecen sobre ella.

Un lugar en pleno movimiento

Mares y océanos ocupan la mayor parte de la superficie terrestreMares y océanos ocupan la mayor parte de la superficie terrestre. El mundo animal que habita en este gran ecosistema es poco conocido si lo comparamos con el de tierra firme. Una diferencia notable entre los ecosistemas terrestres y los marinos en la gran variación que pueden experimentar en las condiciones ambientales, tanto a lo largo como en el transcurso del día. Pero en algunos de ellos, como las selvas húmedas tropicales, esas condiciones mantienen una gran estabilidad. Pero son los meres donde la estabilidad y la uniformidad aparecen más acentuadas. Esto se debe en buena medida a las propias características físicas del agua, que hacen que las grandes masas oceánicas actúen como verdaderos reguladores térmicos del planeta, amortiguando de modo eficaz los grandes cambios que pueden tener lugar en la atmósfera o sobre tierra firme.Pero el agua no posee la capacidad de sustentación del medio sólido, lo cual tiene grandes consecuencias para los organismos que habitan en ella. Así como en el medio terrestre hay especies animales que permanecen durante gran parte de su vida en un mismo lugar o que apenas se desplazan para cubrir sus necesidades vitales, en el medio, que en mayor o menor medida se halla sometido a un movimiento constante, los organismos que lo pueblan se ven obligados a realizar constantes movimientos. Incluso los que, como muchos componentes del plancton o especies planctónicas, poseen órganos de flotación que les permiten mantenerse en el agua sin realizar ningún esfuerzo, se ven arrastrados por los propios movimientos del agua.